domingo, 17 de julio de 2011

De por qué un día me dio por ponerme a pedalear

Hoy me voy a poner un poco sentimental y retrospectivo mientras les cuento la etapita de este fin de semana.

Ayer sábado, como preparación para la Romería de Gáldar, nos dimos una pequeña paliza en bici para ir preparando el cuerpo. La ruta consistía en salir desde Gáldar; subir a Montaña Alta desde el Albercón de La Virgen, en Santa María de Guía; luego llegar a Fontanales; descenso hasta Moya; continuar por El Palmital y Casa Aguilar para volver a casita bajando de nuevo por San Juan hasta Santa María de Guía donde comienza la disgregación de nuestro cuarteto, ya que Jesús y Gustavo (nuevo compañero de "fatigas") viven allí, mientras que Isidro se queda en Barrial y yo llego hasta Sardina (un día les voy a pedir que me acompañen para ver la cara que se les queda, jeje)

Pero como mencioné al principio de la entrada, hoy me voy a saltar el guión y no voy a hablar de esta etapa en concreto (pueden ver el perfil al final del artículo) sino de cómo llegué hasta aquí, de cómo empezó todo.

Hace muchos años que conozco a Isidro, desde que éramos unos locos del boogie y nos pasábamos los inviernos cogiendo olas en Sardina, Martorell y Los Dos Roques (él además se atrevía con La Guancha, El Agujero y El Frontón, uno de los pioneros en esta preciosa ola de referencia muncial para el bodyboarding). Por aquel entonces, al menos a mí, ni se me pasaba por la mente el coger una bici y ponerme a dar pedales como los locos, aunque era un enamorado del Tour, especialmente de Perico Delgado y ya luego flipé con Indurain. Sin embargo nunca me imaginé que realmente se podían hacer tantos kilómetros sobre una bici, pensaba que estos tipos eran unos galácticos y ya está.

Pues estando un día en Montaña Alta con la que por aquel entonces era mi novia, sentados debajo de un pino al borde de la carretera, esperando que diese la hora de recoger a mi madre que había ido a una misa, vemos que poco a poco se va acercando un ciclista en bici de montaña que venía desde la carretera que viene de Caideros. No sé por qué, pero me llamó la atención, y a medida que se acercaba a nosotros mi emoción aumentaba pues los rasgos del chico que pedaleaba se me iban pareciendo a alguien conocido, hasta que al llegar a nosotros vi que era Isidro, al cual por esas fechas hacía bastante tiempo que no veía.

El sorpresón fue mayúsculo, pues a la alegría que me supuso volver a verlo se unía la admiración que en esos momentos sentí hacia él cuando me contó que había subido desde su casa por la carretera de Caideros y tenía la intención de bajar por Montaña Alta. Para mí, que aún tenía la "L" en mi "prototipo" Golf D, ya el hecho de ir hasta allí en coche era una "excursión", pues imagínense lo que implicaría ir en bici.

Desde ese preciso momento se encendió algo en mi interior, mi mente no debaja de preguntarse lo inmensamente feliz que se sentiría uno después de hacer eso. A los pocos años me regalaron una bici de montaña y les puedo asegurar que lo primero que pensé cuando la ví es que yo iba a hacer esa etapa algún día. La empecé a coger progresivamente, siempre en esa dirección: un día hasta San Isidro; otro hasta Agaete; otro hasta El Agazal; luego hasta El Saucillo; hasta que por fin un día llegué hasta la cima de "mi puerto". Me sentí que no cabía en mí mismo, me sentía libre, con una sensación de bienestar que sólo los que alcanzan los objetivos que se plantean pueden sentir.

Luego los objetivos evidentemente aumentan, haces etapas más duras, por diferentes lugares, pero por suerte mantengo aún esa sensación de libertad cuando llego a una cima, de disfrutar de la bajada saboreando lo que has conseguido, sintiendo cómo el aire te acaricia la cara, ganando velocidad con tu propio impulso, sin ruidos, sin humos, sin nada que no seas tú, la naturaleza y si se tercia los amigos.

Afortunadamente seguimos siendo muy buenos amigos y tengo la enorme suerte de haber hecho con él las etapas más bonitas y duras de mi vida y espero seguir haciéndolo durante muchos años más, tanto con él como con todos los que se quieran apuntar.

5 comentarios:

  1. Una entrada de reflexión que todos nos deberíamos de hacer de vez en cuando. A mi esto me ocurre de la misma forma con la natación... Pero eso es para otra entrada...

    A mí esta etapa se me hizo como no, cuesta arriba. Es una etapa que para la segunda salida con la flaca, se me hace un poco dura... Lo bueno es que tenía en mi cabeza, varios tabues y miedos como la rampa de Piedra Molino hasta el cruce con la carretera de Fontanales y la rampa de llegada a Fontanales. Prueba superada.

    Ya por último la zona que peor lo pasé fue al final entre El Palmital y Casas de Aguilar, donde las piernas ya me fallaban pero ahí todo terminaba ya... Descenso hacia Guía.

    Os dejo el perfil del Sports Tracker:

    http://www.sports-tracker.com/#/workout/jerdry/6o6v1rnte9ts9hq5

    Por cierto Víctor, sigue buscando esas sensaciones... Te llevarán lejos...

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  2. Joer Víctor, bufffff y ¿ahora qué digo?, bueno no voy a decir nada, nada que no sepas..., me alegra que aquel momento te sirviera de inspiración, contrario a lo que comentamos en una de las partes de la subida este sábado, hay personas con las que sientes feealing desde el primer momento, por gustos, forma de ser, o simplemente por algo que no sabrías explicar, cuadras, coincides en un 90 por ciento de las cosas, encajas,

    Yo también espero compartir muchas y buenas etapas ciclistas, entrenos de natación, travesías y "fiestas de la Cerveza",... contigo, Fabiola y el resto de personas que forman esa cosa rara y a la vez maravillosa que es el Triamagro...

    y con todo el que se quiera sumar que siempre son bienvenidos

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  3. Yo también, por supuestísimo. Lo importante es divertirse haciendo lo que a uno le gusta en compañía de los amigos que también disfrutan de lo mismo.
    Ese es el espíritu. Y si no se lo creeen que echen un vistazo a la inscripción de la Travesía de Gando de este año. El C.T. Triamagro a dar "el callo"

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  4. Bonita la entrada. Las cosas que calan hondo dan sus frutos. La foto de la sombra de la bici quedó muy chula (mejorando lo presente... a Isidro, jeje)

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  5. Esa foto es en La Graciosa. La última vez que me quedé allí (septiembre de 2007) me pegué el madrugón y me fui a darle la vuelta a la isla. Una excursión recomendable en todos los sentidos.

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